Detección de la enfermedad

Lucha Integrada contra la Fitóftora

Detección

El primer paso en la lucha contra un patógeno es conocer dónde se encuentra. Debido al carácter microscópico y subterráneo de Fitóftora es muy difícil detectar qué árboles portan la enfermedad antes de que aparezcan síntomas evidentes en las copas. Habitualmente solo se toma consciencia de la enfermedad cuando esta se encuentra en un estado ciertamente avanzado. Este punto Fitóftora estará afectando ya a un grupo de árboles con diverso grado de decaimiento y mortalidad. Lo que constituye un foco infeccioso activo desde donde el patógeno se propagará.

Debido a este retraso entre la infección y la aparición de indicios (lo que se conoce como latencia), es muy importante aprender a interpretar los síntomas y realizar una detección temprana de focos activos. Así, las acciones de control tendrán una mayor probabilidad de éxito y evitaremos un avance silencioso de la enfermedad que exceda nuestra capacidad de control.

Síntomas

Raíces

La enfermedad causada por Phytophthora cinnamomi en especies como la encina y el alcornoque comienza de forma silenciosa, afectando las partes subterráneas del árbol. Los daños iniciales, y los principales, ocurren en el sistema de raíces finas y son prácticamente inobservables a simple vista:

Pudrición y desaparición del sistema radical más fino (las raicillas). A veces pueden observarse pequeños muñoncitos en la zona de inserción en raíces principales.
Aparición de lesiones necróticas (tejido muerto y oscuro) en las raíces que aún no han desarrollado corteza (no suberizadas).

Estos síntomas suelen pasar desapercibidos y, desde luego, no pueden detectarse en una inspección de las copas, o mediante imágenes aéreas.

Se aconseja que la detección, el diagnóstico y el mapeo sea realizado por personal formado y con experiencia.

Copas

Los síntomas de decaimiento crónico que se observan directamente en la parte aérea de los árboles infectados (fig. 3) son considerados inespecíficos y similares a los que provoca la sequía intensa: copas de los árboles aclaradas, hojas pequeñas, escasas y a menudo cloróticas, crecimiento lento o detenido (especialmente en los ramillos que se van puntisecando por la caída prematura de las hojas), presencia de brotes epicórmicos seguidos de puntisecado, fructificaciones anormales, reservas energéticas reducidas, y finalmente la muerte del individuo al cabo de unos pocos años.

En la mayoría de los casos, estos síntomas no suelen ir acompañados de heridas o chancros, aunque en Francia ha sido descrita la penetración del patógeno por heridas en raíces, cuellos y tronco de alcornoques, y la subsiguiente aparición de chancros sangrantes.

Los síntomas observables en las copas son individualmente inespecíficos, pero si se toman en conjunto y se ponen en contexto, forman un cuadro que puede tener valor de diagnóstico.

Este conjunto es especialmente característico en el caso de que la enfermedad curse como un decaimiento progresivo, el cual implica la presencia de un gradiente espacial y temporal en los síntomas. Este gradiente se inicia con el árbol sano y puede llegar hasta los últimos estadios de descomposición de la copa después de la muerte. Como las infecciones se van produciendo constantemente a lo largo de varios años, y no de forma episódica, es habitual observar los distintos estadios, tanto en un mismo pie a lo largo del tiempo, como en el conjunto de pies próximos formando un foco. Esto permite distinguir el decaimiento de otras perturbaciones de origen puntual como las provocadas por un incendio o por un tratamiento de poda intensa.